Ceremonia en Conmemoración al Cese de Hostilidades entre Honduras y El Salvador

18 de julio de 2025
Lic. Orlando Garner
Sub-Secretario de Estado en el Despacho de Defensa Nacional
Señora Presidenta Constitucional de la República de Honduras y comandante general de las Fuerzas Armadas, Iris Xiomara Castro Sarmiento, señor jefe del Estado Mayor Conjunto, general de división, don Roosevelt Leonel Hernández Aguilar, señores miembros de la Junta de Comandantes, señoras oficiales generales de las Fuerzas Armadas, señoras agregados militares, navales, y aéreos, e instructores invitados acreditados en el país, señoras oficiales en misión internacional, señores directores del Estado Mayor Conjunto, señores miembros de Estado Mayor de las Fuerzas, asociación de las esposas de oficiales de las Fuerzas Armadas de Honduras, mi querida esposa, Vilma Cruz de Garner, señores oficiales en la honrosa situación de retiro, señores veteranos de guerra, señores miembros de la asociación de defensores de la soberanía de Honduras, mi querido Capellán del Estado Mayor Conjunto, padre Javier Martínez, distinguidos medios de comunicación, e invitados especiales.
Hoy, hoy nos reunimos no solo para recordar el cesio de hostilidades de un conflicto donde hace cincuenta y seis años nuestras gloriosas Fuerzas Armadas defendieron con coraje y con determinación la soberanía de Honduras durante la guerra de las cien horas. También, señora presidenta, conmemoramos en este año cuarenta y cinco años de un tratado de paz que puso fin a este conflicto abriendo paso a una nueva era de paz que perdura entre pueblos hermanos. Recordamos que, en este mes, en el año de mil novecientos sesenta y nueve, Honduras fue atacada.
Recordamos que Honduras resistió, luchó y venció.
Nuestras Fuerzas Armadas con una voluntad inquebrantable lograron contener y repeler la ofensiva salvadoreña de ese entonces. Gracias a los veteranos que tenemos aquí por esa gloriosa labor.
La defensa de Nuevo Ocotepeque, la resistencia en el Frente Sur, y los ataques aéreos sobre Cutuco y Acajutla, así como la defensa por nuestros aguiluchos del aeropuerto de Tocontín y de nuestros cielos, fueron operaciones decididas que marcaron el rumbo del conflicto.
Una de las batallas que tenemos inscritas en nuestro corazón y en nuestra mente fue la de San Rafael de las Mataras. Ahí, diecisiete soldados hondureños perdieron la vida defendiendo una posición clave en el occidente del país.
La historia nos dice que ahí en medio de fuego cruzado hizo una superioridad numérica, nuestros hombres resistieron hasta el último cartucho.
Hoy los nombres de estos héroes que perdieron la vida están inscritos en un cementerio que tal vez muchos no conocen y se le llama el cementerio de héroes en Ticante o Ocotepeque. Ahí, estos héroes de la batalla de San Rafael de las Mataras descansan junto a otros sesenta y un combatientes caídos en combate en esa región.
Ese cementerio, señoras que me escuchan, señoras, es un altar a la patria. Ahí, entre lápidas blancas inmaculadas resuena con fuerza la séptima estrofa de nuestro himno nacional. Por guardar ese emblema divino marcharon, oh patria, a la muerte, generosa fue su suerte porque murieron pensando en tu amor.
Pero esta guerra, esta guerra dejó heridas profundas. Se estima que murieron entre cuatro mil a seis mil personas y hubieron más de diez mil personas heridas en apenas cien horas de conflicto.
Esto equivale a un promedio de cincuenta muertes por hora. Una cifra que nos obliga a reflexionar sobre el costo humano de la guerra y sobre la importancia y la urgencia de conservar la paz.
Por eso el tratado firmado en 1980 fue un acto de valentía política porque también la paz se construye con coraje y porque la verdadera victoria no sólo está en el campo de batalla sino en la capacidad de reconciliarnos como pueblos hermanos.
Nuestras Fuerzas Armadas actuales enfrentan una serie de enemigos no convencionales que van más allá del campo militar tradicional. Estos desafíos están ligados profundamente a la seguridad ciudadana, al crimen transnacional, las amenazas ambientales y los que buscan por todos lados romper el orden constitucional.
Son retos difíciles, pero estamos seguros de que nuestras fuerzas armadas tendrán la capacidad de vencer una vez más.
Permítame, señora presidenta, terminar citando una frase de uno de los héroes de la guerra, el veterano Sargento Bernabé Villeda, quien dejó una reflexión que debe quedar grabada en la conciencia de todos los países que buscan un conflicto armado como los que estamos viendo en otros lugares de esta orden.
La gran baja que dejó la guerra decía el Sargento Villeda, fue haber enemistado a dos pueblos juntos a la pérdida humana, a las pérdidas humanas que no se recuperan nunca. Cierro comillas.
A dos pueblos que son hijos de Morazán.
Que viva la memoria de nuestros héroes, que viva la paz conquistada con dignidad, honor, lealtad y sacrificio.
Gracias.